miércoles, 24 de febrero de 2010

Mucha nieve, pocas ideas

Normalmente me siento a escribir, como pasatiempo. ¿El tema? Mmh. A veces viajes, a veces cuentos e historias que nunca saldrán de mi disco duro, a veces vivencias, a veces mis particulares y peculiares ideas sobre una variedad de temas.

A veces, como hoy, no me viene nada a la cabeza.

Sigo a la busca de empleo, pues esto de escribir no deja. Estoy sentado en la cocina de mi departamento. Una taza de café descansa a mi derecha, preparado como lo toman los turcos por accidente: negro como la noche (rara vez le pongo leche o crema), amargo como la muerte (suelo ponerle tantas cucharadas de café instantaneo que alguna vez un escocés con el que trabajaba mencionó que le parecía impresionante que le pusiera tanto Bovril a mi caldo), y dulce como el amor (el azucarero dejó ir como medio kilo en medio segundo). Y no sé que escribir.

Hoy decidí no salir (por lo menos durante el día) pues está nevando desde las seis de la mañana. Así que estoy aquí, llenando y enviando aplicaciones de empleo a diferentes empresas, y tratando de obtener inspiración de algún lado para poder escribir. Si no me viene nada en un rato, tendré que ir a la biblioteca - siempre tengo ideas ahí. Espero haya dejado de nevar.

Estoy poco satisfecho con lo que he tecleado hasta ahora. Pero en enero me dije que iba a hacer público todo lo que escribiera, por lo menos durante 2010. Así que, ahí va.

Si alguien se tropieza con esto por alguna razón, vealo como un ejercicio para calentar dedos y aflojar neuronas. Es su único propósito. Si ya llegaron leyendo hasta acá, quiere decir que están aun menos ocupados que yo - en ese caso, mi recomendación es que se levanten y hagan algo. Incluso un mero divertimiento como este, de aspecto insulso y contenido chato y estéril, puede servir como detonante para algo mejor.

Avante.

lunes, 15 de febrero de 2010

Aprendamos de España

El pasado 7 de febrero, Ricardo Medina publicó en su blog Ideas al Vuelo un artículo sobre como la disciplina fiscal salvó a México del desastre que hoy padecen Grecia y, en particular, España. Algunos días después publicó una especie de continuación en Asuntos Capitales, comparando la situación en ambos países. Como es natural, en algunos aspectos España corre con mejor suerte que nosotros, y viceversa. Pero lo que es innegable es que México está en una mejor posición para salir de la crisis que los españoles.

Ahora, es fácil ver cuando estamos haciendo las cosas bien, aunque por alguna razón, como señala Medina, somos particularmente poco adeptos a cantar nuestros logros.  Mientras que otros países cacarean su huevo de colibrí como si fuera de avestruz, cuando nuestra gansa pone uno de oro lo ponemos con cuidado y sin festejos en la caja fuerte. Creo que tenemos que cantar mas los logros en México cuando de verdad valen la pena (y no echar campanas al vuelo porque algun atleta - con digno espfuerzo - quedó en séptimo lugar en alguna competencia).

Por otro lado, tambien es fácil fijarnos en lo que hacemos mal, y de inmediato salen centenares de dedos acusadores señalando las pifias y errores (continuando con la alegoría deportiva, esto es como ese aborrecible sentimiento de que 'no somos nada' porque la selección de futbol perdió en penales). Pero pocas voces se alzan con soluciones, y un número aun menor de manos las pone a la práctica.

Síntamonos orgullosos de las cosas que hacemos bien colectivamente y presumámoslas al mundo. Y veamos que hacemos mal pero no solo veamos y acusemos, propongamos y, sobre todo, actuemos.

martes, 9 de febrero de 2010

Entre Escoceses, Franceses y Santos

No voy a escribir de política, gobierno, viajes, tecnología, o ambientalismo, como usualmente hago. Voy a escribir sobre el fin de semana que recién pasó. Y vaya, a lo mejor puede ser considerado un poco dentro de viajes, dado que todo fue en Edimburgo, Escocia. Pero para mi, Edimburgo es mi casa, y verla como un destino de viaje no me sale fácil.

En fin.

Edimburgo es una ciudad que adopta una atmósfera muy particular cuando se viene el torneo de las Seis Naciones. Esta competencia de rugby enfrenta a Escocia, Irlanda, Inglaterra, Gales, Francia e Italia en partidos de un alto nivel de juego. Y envuelve a las ciudades que reciben juegos en un alto nivel de fiesta.

El sábado comenzó sin mayor novedad: tuve una reunión de la Strategy Society temprano en la mañana, y luego fui con mi amigo David a comprar algunas cosas para la cena del domingo: yo, ingredientes para un guacamole casero, él no se que tanta cosa para un menjurje típico de Nueva Orleans conocido como gumbo. Después de eso, Ian nos recogió en su destartalado Opel Astra modelo 2008 (y el hecho de que un coche de dos años luzca destartalado es mudo testigo de los talentos al volante de mi escocés amigo) y nos fuimos a ver el rugby. Primero Irlanda contra Italia, luego Gales visitando a Inglaterra. Unas cuantas horas de buen rugby, buena cerveza, y buena comida con los amigos. Después fuimos a 99 Hanover, un bar cercano a la Galería Nacional de Escocia. Excelente ambiente.

Lo mejor fue el domingo. Despues de un tal vez demasiado británico almuerzo con unos amigos, nos fuimos a Murrayfield para ver a Escocia jugar contra Francia. Mientras caminábamos hacia allá, y una vez en el estadio, me divertí bastante viendo a la gente. Escoceses con su traje típico, o disfrazados de alguna otra cosa: alguna vaca peluda, el monstruo del Lago Ness, guerreros escoceses tipo Braveheart... Los franceses no se quedabana atrás. Los que menos disfrazados iban habrían llevado una típica boina francesa. Pero había un grupo completo disfrazado de pollos (haciendo alusión al gallo francés), varias versiones de Astérix y Obélix, más de un Napoleón, y cualquier cantidad de locuras adicionales. Previo al partido, como buen espectáculo escocés, un agrupamiento de unos 40 gaiteros tocó llenó con su música el estadio. Después de los himnos (y pocas cosas se comparan con escuchar La Marsellesa en un estadio cuando juega Francia, o a los escoceses entonar Flower of Scotland con todo el sentiemiento del mundo), el partido empezó. Escocia jugó con todo el corazón del mundo, pero los franceses simplemente fueron mejor equipo. En fin, este fue el primer fin de semana de las Seis Naciones. Marzo nos dirá si los irlandeses repiten el campeonato, o si alguien más alza el trofeo.

Aquí cabe hablar un poco de lo que es la atmósfera rugbística en Edimburgo. Primero, el estadio está dentro de la ciudad, para fines prácticos, a unos veinte minutos a pie del centro. El recorrido es entretenido, pues desde varias cuadras antes uno va en medio de gente que ya se saborea el partido. Papás con los hijos, abuelos con los nietos, grupos de amigos, todo de lo más relajado. En México estamos acostumbrados a llegar en coche al estadio y todo es un griterío alegre desde que te bajas del coche, donde sea que lo hayas dejado. Acá no es tan ruidoso (excluyendo las  gaitas que se pueden oir desde lejísimos), y mas bien parece un paseo dominguero. Llegando al estadio, la entrada es fácil. No te catean como lo hacen normalmente en otros estadios, y es que el ambiente es mucho muy relajado. Adentro venden cerveza, cosa que en los estadios de futbol del Reino Unido está prohibido por los hooligans. A muchos les llama la atención que no haya hooligans en el rugby, pero así es. La venta de cerveza está limitada, claro: dos litros por persona. Además de eso, es típico en los estadios escoceses la venta de hamburguesas, papas a la francesa con curry, y vasos de Bovril, otra bebida típica escocesa que no es mas que caldo de res. Beef tea, le dicen en Glasgow, de donde es originario.

Despues de un buen juego, una tarde amena con los amigos, preparándonos para el Super Bowl, donde mi equipo favorito, los Santos de Nueva Orleans, se enfrentaban a los Colts de Indianápolis. Llegamos temprano a casa de Ian, y luego luego a preparar las botanas y demás. Había cervezas, guacamole, alitas de pollo, queso, haggis (estamos en Escocia, al fin y al cabo), papas, y el famoso gumbo de David. Bastante bueno el estofado. Es como una especie de puchero, digamos, pero con salchicha, camarones, ostras, y no se que tanto más. Cuando empezó el juego, eramos como quince, y todavía llegó mas gente.

Y que juego. El espectáculo de medio tiempo de The Who no me fascinó - la realidad es que ya están bien viejos - pero el partido fue de mi total agrado. Hubo tensión, a la mitad del primer cuarto Nueva Orleans ya iba abajo 10 - 0, pero que manera de recuperar el control del partido. Marcador final: 31 - 17. Para esas alturas, ya eran las 3 de la mañana, y todos tardamos como medio segundo en despedirno y salir de ahí. Se antojaba seguir en la fiesta, pero lunes es día de chamba.

(Chamba que por cierto sigo buscando. Si alguien sabe de cualquier empresa que contrate por este lado del mundo, les agradeceré me envíen los datos.)

De que fue un fin de semana divertido, relajado, y con buen ambiente, creo que no puede caber duda.