miércoles, 3 de marzo de 2010

Venderle hielo a los Esquimales

Este texto va con el perdón de mi amigo Conor Woodman.

La frase "venderle hielo a los esquimales" se usa mucho en ventas y mercadotécnia. Cuchillo sin mango, la frase en cuestión. Por un lado, podría considerarse poco brillante la idea de venderle hielo a los esquimales, pues viven rodeados de este. Por otro lado, quien lo logre será considerado como un brillante vendedor.

Tenemos pues una actividad que uno sería muy idiota si decide tomarla, pero un genio si logra llevarla a buen término.

Lo mismo se puede decir de muchas actividades, pero concentrémonos en la venta de hielo a los esquimales.

Estudiémoslo con cuidado: ¿que tan cierto es eso de que los esquimales no necesitan hielo? Claro que lo necesitan. Después de todo, de eso construyen sus iglús. Claro, hay hielo por todos lados en el Ártico, pero siempre habrá mercado para algo nuevo, siempre y cuando sea más fuerte, más ligero, más barato, de colores, o cualquier otra variación. Los esquimales no tienen el monopolio sobre el hielo. Identificar un nuevo mercado no necesita ser revolucionario - una diferencia sutil es suficiente. El esquimal necesita hielo: yo solo debo convencerlo de que es mi hielo el que quiere, que mi hielo es mejor que el que está usando hoy por hoy.

Y ya sabemos que lo necesita, por lo menos como material de construcción. Difícil sería venderlo (como tal) a algún no esquimal, tanto como sería difícil venderle otro material de construcción a un esquimal.

Nada, absolutamente nada, evita que le vendamos hielo a los esquimales, o especias a los hindús, o carne de res a los argentinos, o pasta a los italianos, o cerveza a los alemanes....

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